No son muchos los que hoy recuerdan a Roger Chaint Michelle. Sin embargo, durante un breve tiempo fue uno de los historiadores más reconocidos de París. ¿No identificarían ustedes a un tipo que se pasea por mitad de la calle con una gallina viva agarrada del cuello diciendo que el animal era Luis XVI re-encarnado?
En verdad, desde su juventud, Roger fue un erudito especial, alternaba las aficiones nocturnas del protagonista de "El Perfume" con la estabilidad mental de cualquier Calígula de turno. Hijo de una cortesana de salón y de un sastre parisino... junto con la colaboración eficiente de un oficial prusiano, un vendedor zíngaro y quizás un intendente de Boulugne de asombroso parecido en el orzuelo izquierdo a nuestro protagonista.
Cuentan que las feroces críticas que recibió por los enciclopedistas, no hicieran mella en él. En verdad, incluso esos sesudos hombres de pelucas blancas, prometieron elogiarle si simplemente se comprometía a ser reclutado por la Compañía de las Indias Orientales (perder el potencial económico de las colonias imperiales era un excelente negocio si al menos así perdían de vista a semejante despropósito).
No obstante, en pleno auge del Posmodernismo, muchos le han rescatado como un digno iluminado, alguien a quien el abate Moreau no dudó en calificar como un moderno Cristóbal Colón. "Ambos eran esa clase de persona que no sabían por qué han llegado a su destino, tampoco qué sitio era aquél y cuando retornaban, no sabían de dónde volvían".
Pero, dijeran lo que dijeran los abates maliciosos, fue el primer posmodernista que se atrevió a escribir como tal (pese al notable inconveniente de llevar tres siglos muerto cuando se inició la corriente). Escogemos para el blog de Malvadas un fragmento de Roger en su edad temprana:
"Me pica mucho la garganta mientras me asomo por una ventana. Un imbécil está pegando gritos al lado de La Bastilla. A falta de mis zapatos -que están de garantía en el casino- le he tirado al gato de la vecina que tampoco parece comprender que algunas personas no tenemos el hábito de levantarnos sin haber dormido unas saludables catorce horas".
"Notó que me estoy resfriando, al igual que esos tipos llamados sans-culottes, maldito sea el hábito de ir descalzo. Seguro que sus esposas también los tienen empeñados en el casino. Van pegando gritos y vociferando, a mí y mis amigos, sus hábitos violentos, violaciones de damas, gritos, decapitaciones de nobles... Ah, añoramos los días en los que nosotros éramos quienes provocábamos el desorden público".
"Me he levantado un poco después de lo habitual, al caer la noche, mi madre dice (o eso creo advertir entre sus graznidos y gritos) que nuestro primo Boris, el pervertido homicida que estaba junto a otro tipo raro con máscara de hierro con el que se jugaba el rabo de las ratas. Al parecer, los tipos que pegaban voces en la Bastilla también creen que los proxenetas como Boris son prisioneros políticos. Solamente falta mi cuñado Françis".
Estos son algunos de los mejores fragmentos de Roger sobre la Revolución Francesa (imaginad el resto, y con faltas de ortografía), también dejó para el recuerdo algunos aspectos recónditos de la Francia napoleónica.
"Me vuelve a picar la garganta. He decidido suprimir el agua, solamente beberé zarzaparilla a ver si remite el incómodo dolor. Hoy ha venido de Elba un tipo bajito que se parecía mucho al bajito que se tocaba mucho el ómbligo y siempre andaba enfadado. Se ha puesto encima de una tarima - es un poco más bajo que mi primo Karim, de cuatro años- y ha empezado a decir unas cosas que no estaban mal... De hecho, nadie le ha tirado piedras ni fruta, lo cual es asombroso entre nosotros, los franceses".
Al parecer, según se desgranan de los diarios de su sobrina, Roger logró esquivar el reclutamiento para Waterloo por objección de conciencia (no tenía ningún deseo de ser fusilado por ingleses cuando eso ya lo podían hacer divinamente sus compatriotas). Según nuestro propio protagonista:
"Finalmente no me movilizarán. La alegación de mi cojera y 4 millones de francos que sacamos vendiendo la dentadura de mamá, han resultado. Mi prima Mireille, encantadora (si no abre la boca y enseña sus dientes verdes), me metíó un clavo en las botas (en realidad su idea original fue un escorpión, pero en Francia solamente hay revolucionarios). Es muy curioso que Mireille quisiera ayudarme tan devotamente... más sin saber que me reclutaban.
"De todas maneras, aquí no creo que la cosa empeore, no se pegará ni un tiro, no le hecho ni 100 días a esta Historia..."
1 comentario:
"sin haber dormido unas saludables catorce horas"
Con eso me quedo.
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