EN CAMISA DE ONCE VARAS

Tal vez algunos de los más fieles seguidores arácnidos tengan muy pocos problemas en identificar al autor de esta espectacular portada. Un arácnido cuyas redes casi parecen spaguettis, una estética más oscura de la habitual, enemigos monstruosos y... cierto preludio a ese personaje oscuro llamado Spwan.
Evidentemente, estamos ante una porta de Todd McFarlane, uno de los dibujantes más afamados de su generación, aunque no es tan sabido que en realidad las viñetas nunca han sido su pasión. De hecho, tenía encaminada su carrera profesional hacia el beisbol, hasta que una lesión le ha hizo abandonar el proyecto. Mientras que muchos fans se rifan sus originales y compañías de juguetes le pagan derechos por sus diseños, el bueno de McFarlane se deja parte de sus emolumentos en viejos cromos de estrellas del deporte del diamante.
Y es que este brillante dibujante es un ejemplo de que en ocasiones vocación y profesión no van unidas. Para más IMRI, McFarlane cometería el error de meterse a guionista cuando la editorial Marvel, confiando en sus buenos resultados, le dio las riendas de una nueva colección para Peter Parker (las 40 existentes no parecían suficientes), creando la saga "Tormenta", tan espectacular gráficamente como vacía de cualquier sustancia. Zapatero a tus zapatos, dice el refranero, vemos algunos casos de genios comiqueros metidos en otros campos...

En primer lugar y para dejar en evidencia a las coletillas populares (que se sirven siempre de ejemplos para un caso y lo contrario, véase "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy" y "Vísteme despacio que tengo prisa"), mostrar dos casos muy exitosos, Barry Windsor Smith y Jim Steranko. Niños prodigios, uno inglés y el otro norteamericano, podían haber cogido las riendas de la editorial que les hubiera venido en gana, pero pronto parecieron aburrirse del formato único y dedicidieron desarrollar su talento en otros campos como la pintura plástica o el diseño de cárteles, entre muchos otros. Sabido es que el mítico John Romita llegó a decirle a Barry que, como aficionado, se conformaría con que dedicase 11 meses al año a todo que le gustase, pero que al menos sacase un cómic al año. Su opinión, una vez más, era acertada, tras un largo silencio voluntario, Smith se sacó de la manga "Arma X".
Con todo, ese aire de artista renacentista en varios frentes, también lleva a los duendes maliciosos a creer que había un poco de inteligente instinto de conservación. Smith era un poeta con su trazo (es una de las versiones que ha logrado el milagro de hacer parecer a Conan una figura tan bárbara como refinada), pero tenía problemas para mantener el ritmo de producción de una editorial exigente, mientras que Steranko, que era un súper-dotado y tenía una cámara de cine en la cabeza, se las vio en una ocasión obligado a pedir ayuda al legendario veterano Jack Kirby. Haciendo la saga de Hydra para la colección del Capitán América (podemos imaginar que el cómic más exportado a Oriente Medio), se recreó tanto en su grafismo, verdaderamente excepcional, que se retrasó más allá de lo recomendable. Obligado a hacer un número in extremis, el viejo Kirby se encedió varios puros y se sacó una historia a modo flasback en apenas tres días, donde se intuye algún dibujo peor que otro, pero con una narración poderosísima.
Hablando de narradores, pocos necesitan menos presentación que el gran Alan Moore, tanto en sus cómics más independientes como en los que ha hecho al servicio de grandes compañías. Minucioso al detalle y con un control total de todo lo que acontece en sus historias, el mítico guionista ha buscado fortuna en la novela literaria, alejándose del campo donde indiscutiblemente ha ganado un merecido rango de genio, heterodoxo, pero innegablemente único en su especie.

La novela, "La voz del fuego", no es la primera ni a buen seguro la última intentona de Moore en el campo de las letras narrativas, pero, para más de uno de sus incondicionales, es uno de sus trabajos menos destacados. No obstante, no recomendaría uno a las corrientes más hards frotarse los dedos o afirmar que un pez grande en la pecera comiquera está destinado a naufragar en el extraordinario mundo literario.
Moore ha demostrado en los espléndido añadidos de "Watchmen" que es un espléndido hacedor de relatos cortos, escribe con un listón excelente pero muy comprensible para el común de los mortales, sin renunciar a la calidad; en las notas de "From Hell", argumenta como el mejor de los historiadores por qué ha apostado presentar a los personajes reales de tal o cual manera. Nada nos hace impedir pensar que pudiera escribir una novela acorde con lo que ha hecho para el arte comiquero.
Con todo, no debemos estar enfurecidos por esos escarceos, incluso todo un icono como Stan Lee, cometió la osadía de abandonar el terreno comiquero para probar de forma bastante infructuosa con otros campos como la participación en guiones cinematográficos.
Y es que no deja de tener mucha gracia ver a artistas como Vázquez en un cómic erótico, ya que a pesar de la mala fortuna que a veces acompaña el meterse en camisa de once varas... no deja de darnos experimentaciones curiosas.

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